SUBIDA AL VELETA. Sobre las 9 de la mañana llegamos a la Hoya de la Mora, donde con algo de suerte pudimos aparcar. La primera mirada fue para "El Veleta". Su silueta inconfundible, y esta vez como nunca lo habíamos visto, cubierto con un gran manto blanco que llegaba hasta nosotros, en su tramo de cola. Haciendo un símil y con el tiempo que se acerca, "era como ver a la Virgen de la Esperanza, caminando y nosotros detrás de promesa". Comenzamos a caminar, una vez colocados los crampones de rigor. El primer tramo fue entretenido, pues a nuestra derecha, la pista que baja del Veleta dejaba ver una hilera de gente esquiando, que con sus coloridos trajes se asemejaban a una serpiente multicolor. El observatorio, estaba tan cubierto, que lo teníamos casi a nuestra altura. El azul del cielo se tornaba mas intenso a medida que cogiamos altura. Pero fue entonces cuando empezó a soplar una brisa, que hizo que el frío se tornara intenso, y que la sensación térmica aumentara. Todo ello acompañado de una niebla que frustro nuestro objetivo de alcanzar la cumbre. Nosotros llegamos hasta los 3.100 metros, quedándonos a pocos metros de la cumbre. La bajada fue de campeonato, un, dos, tres, vamos que nos vamos y ya estamos abajo. Una vez en el coche, pudimos comprobar, que había gente, por todos los lados, estaba abarrotado el parking y la carretera, llena de coches a la derecha, hasta el cruce con la estación de ski. Comimos en el Refugio. Agradecimientos a mis compañeros Pepe y Ana, que nos hicieron pasar un fin de semana inolvidable, pues la fiesta siguió después en Granada capital.
